jueves, 17 de enero de 2019

“Migrar es un éxtasis de emociones”

“En octubre de 2018 cumplí dos años que me fui. La verdad nunca sentí ninguna presión de ninguna persona. Un día cualquiera me levanté y tomé la decisión: me voy de Venezuela.

POR: CAROL ÁLVAREZ

Aunque para la época en la que me fui ya mi país estaba pasándola feo en materia económica y ese sea la razón más común del migrante venezolano, yo me fui por otras razones.

Obviamente a todo el mundo le pega no el poder alcanzar los sueños en el país de uno, por esa razón y con esa intención me fui: queriendo alcanzar mis sueños, superarme como músico instrumentista y dar lo mejor de mí. En 2016 me sentía algo frustrado porque el nivel instrumental, individualmente hablando, es muy bajo. No veía superación profesional en Venezuela.

Crecí en el sistema de orquestas. Un programa musical fundado por el Maestro José Antonio Abreu que lleva más de 40 años de historia. Soy uno de esos niños que creció corriendo en un núcleo y que un día escogió tocar por el resto de su vida el corno francés. Mi instrumento se parece mucho a Venezuela, a Caracas específicamente. Sus melodías suaves y dulces similares a El Ávila a punta de 6:30 de la tarde. Otras veces puede ser fuerte y tormentoso como un retraso en el Metro de Caracas. Versátil como mi ciudad.

No es que yo quise dejar mi ciudad, mis atardeceres y mi gente. Pero me lo planteé muchas veces porque siempre he querido ser muy bueno en lo que hago, y por ende, la opción de migrar nunca la descarté.

Cuando pisé el aeropuerto de Barajas no fue nada agradable. Estaba solo y no tenía a absolutamente a nadie. Nadie me ayudó. Cargaba con 50 kilos en dos brazos y 10 en otro. En total llevaba 60 kilos encima recorriendo Madrid destrozado. Recordar ese día no me hace sentir a gusto.

Sin embargo, el proceso de adaptación fue bastante rápido. Esa etapa la superé la primera semana. Imagino que fue porque solamente estaba enfocado en una sola cosa: quería estudiar. Además siempre tuve el apoyo incondicional de los españoles. Nunca me pusieron etiquetas por no ser español ni hubo algún tipo de discriminación, simplemente me trataron como si fuese un español más. Eso hizo que me sintiera más a gusto.

Siento que no tuve que hacer mayor sacrificio al momento de migrar. Emocionalmente hablando, claro. El mayor sacrificio fue dejar a mi familia en Venezuela, aunque ya el panorama lo teníamos muy claro: mi mamá siempre ha querido lo mejor de mí, entonces eso hizo que el hecho de migrar no me doliera tanto.

Creo que en estos dos años he madurado mucho. He conocido mis límites. Me he conocido a mí mismo. Aprendí a superar algunas cosas y romper los miedos. He crecido en el ámbito personal que para mí es lo más importante. Lo que sí siento es que migrar te quita el calor físico de las personas que amas, eso es lo más duro. Gracias a Dios siempre está ese calor sentimental que es espectacular. 

En España quiero lograr todas mis metas y objetivos. Este oficio nunca para. Eso es lo más apasionante porque nunca abandonas lo que te apasiona. Debo ir adelante y seguir estudiando para lograr todo aquello que me he planteado. Ese es mi norte aquí. Para eso migré.

Definitivamente no regresaría a Venezuela. Para vivir, sin dudas, no. Porque creo que hay países donde el arte y la cultura están mucho más explotados y uno quiere ser parte de eso. Y ser parte de esa evolución y desarrollo en países donde la música es mucho más apreciada. Me gustaría volver pero de visita, por supuesto. No abandonaría a los míos.

Me encantaría regresar a Caracas. La cuna de mi juventud. Volver a ese lugar donde tuve millones de experiencias que poco a poco forjaron mi personalidad y ayudaron a ser quien soy hoy en día. Me imagino revivir el caos de la ciudad que aquí no hay.

Migrar es un éxtasis de emociones. Es aprendizaje, valor, confianza en ti mismo y soñar. No es tan malo migrar, pero es de valientes.

Rafa, 22, músico.

Jesús María Aguirre, el jesuita todo terreno


Periodista, deportista, actor, músico, cantante, manager, investigador, catedrático, jesuita… En su vida ha tenido que hacer de lo divino y de lo humano, pero siempre con un pie en la comunicación.
 POR: CAROL ÁLVAREZ

E
l padre Aguirre pasa la mañana del 11 de diciembre en su lugar de trabajo, el Centro Gumilla, en el centro de Caracas. Justo el día de su cumpleaños número 75 llega a la planta baja del edificio Centro de Valores, cercano al Panteón Nacional, y nos recibe en el salón de reuniones. Una sala humilde con diplomas y reconocimientos colgados en la pared, una pizarra acrílica, una biblioteca de al menos 200 libros y por supuesto figuras religiosas.

Está feliz, pues acababa de hablar por teléfono con sus dos hermanos mayores, su hermana llama desde Italia y su hermano desde España. Recuerda sus primeros años de vida, en Azpeitia, País Vasco.

Es hijo de la postguerra civil española. Nació en tiempos de represión, con dictadura militarizada y con serios problemas culturales y en un hogar religioso, de tradiciones franciscanas. Nunca habló castellano con sus padres; como bilingüe, en casa se hablaba en vasco y en el colegio castellano. “Nací con múltiples represiones; era zurdo y en la escuela me obligaban a que aprendiera con la derecha. Y después en un ambiente de régimen militar. A pesar de todo eso, me desarrollé con cierta normalidad”.

-¿Cómo ingresó a la Compañía de Jesús?

-Hubo varios factores que me inclinaron a la Compañía. Primero, como un muchacho cualquiera; 
primaria, secundaria… Pero hubo un entorno en el que había mucha captación de gente joven.

-¿Qué lo llevó a tomar la decisión de formar parte la Compañía de Jesús?

-Yo no simpatizaba con los jesuitas, me caían mal. Les sentía muy elitescos. Pero en la etapa de ingreso al instituto, tenía que continuar los estudios de bachillerato y tuve las influencias de mi hermana mayor para estudiar en un colegio distante. A 200km de casa. Significaba desvincularse de la familia, era de tipo internado y lo llevaban los jesuitas. Preguntaban quién quería continuar con la carrera jesuita; la mayoría desistía, pero era un ambiente propicio.

La gente le decía que era bueno en fútbol. “Yo disfrutaba, pero como proyecto de vida, a mí no me llenaba eso. Era muy de feeling de comunicación, estaba en música, estaba en teatro, era coordinador de cine, por esas razones decían; ‘este ni de vaina va a entrar a jesuita, porque tiene muchos intereses que no conjugan con eso de ser cura’", comenta entre risas.

Quien fue bautizado en la misma pila de San Ignacio de Loyola y Vicente Emparan, vivió una adolescencia tranquila haciendo lo que le gustaba. En el colegio, formó parte del equipo de fútbol, del de las olimpiadas académicas, hacía teatro, aprendió a tocar guitarra, cantaba en el coro. “Era la felicidad”. Sin embargo, la vocación de servicio reforzada por los ignacianos lo alejó más de 7.000km de su nido y lo llevó a Caracas.

-Cuando entramos a la compañía de Jesús nos aprietan.

-¿Cómo así?

-Apretar significa que llegas y dejas todo. Yo tenía mi guitarra, mis apuntes, reloj... y fuera todo. Si venías bien peinadito te cortaban a cero el pelo como si fueras un soldado. No tenías ningún bien. Todo esto es para acostumbrarte al despejo de los bienes. Después, viene un mes de silencio con un guía que orienta, eso que algunos conciben como lavado de cerebros, pero no. Más bien es un proceso de querer entrar en la aventura con criterio. Hacemos oficios humildes; limpiar baños, vajilla, pisos, cocinar.

-¿Y cómo un muchacho en aquel entonces se aventuró a irse a más de 7.000km de su familia y llegar a un país con una cultura completamente diferente?

-
Uno entra a la Compañía Universal de Jesús, eso implica que tienes que estar disponible para cualquier parte del mundo. Llegó un momento en el que después de hacer esos ejercicios espirituales, me dijeron que hacía falta gente para la India, África y Venezuela. En aquel momento, La India cerró las puertas a los extranjeros. Yo de Venezuela no tenía mayor idea. Solo sabía de Fe y Alegría. Yo no me vine pensando en Fe y Alegría, me veía también en otros trabajos. Así llegamos a Venezuela, un grupito pequeño y nos instalamos en Los Teques. Yo todavía no había terminado el periodo de prueba de la Compañía.

-
¿Nunca dudó si eso de ser jesuita era lo suyo?

-Durante el periodo de prueba hubo un momento fuerte en el que te preguntan si sigues o si no sigues. En ese tiempo me tocó trabajar en hospitales de Carora. Fue una experiencia dura. Tuve mis pataleos y dudas, me dije: oye, yo como que no sirvo para esto

Sin embargo, continuó en el camino ignaciano hasta estos años. A la par, cursa el primer año de Letras en la Universidad Católica Andrés Bello; obtiene la licenciatura en Filosofía en la Universidad Católica San Gregorio, en Quito. De regreso a Venezuela, ingresa nuevamente en la Andrés Bello a cursar Periodismo. También, realiza estudios teológicos en la Facultad de Teología de la Universidad de Deusto, en Bilbao.

-¿Encontró en la docencia su verdadera vocación?

-La docencia entró con las prácticas. No es que he definido ser docente, sino que en la vida hice pequeños ejercicios de docencia. Había una vocación insipiente. Una vez que entras a la Compañía, la experiencia docente te la obligaban a hacer.

- ¿Y aparte de la docencia, qué ha hecho?

-Era un todo terreno. Guiaba un grupo de música, hacía de manager de un grupo 'los psicotrónicos' de rock and roll psicodélico y era un docente. Pero como me gustaba comunicación y tenía la carrera de filosofía. Aunque me decían: no pierdas el tiempo en eso, tú estás preparado, tú puedes optar por otras cosas. Y yo respondía, es que a mí me parece que eso tiene futuro, que es importante y en los genes a mí me salía estudiar comunicación. Fui un estudiante pirata en periodismo.

- ¿Por qué dice eso?

-Porque tenía tiempo completo trabajando, estudiaba de noche y además era profesor guía. No le dedicaba mucho tiempo a los estudios, la ventaja era que venía de otras carreras. Saqué buenas notas pero no era el mejor.

- Sin embargo, es su pasión

- Sí. He tenido que hacer de lo divino y de lo humano, pero siempre con un pie en la comunicación. Al final uno en la vida termina marcado por lo que le apasiona. Definiendo en breve mis actividades profesionales, como decía mi mamá: “tú eres perejil de todas las salsas”. Eso que aquí llaman “todo terreno”.

-¿Se podría decir que es cinéfilo?

-Eso ya es vicio

-¿Cuál fue la última película que vio?

-Hay dos tipos de cine; el que me gusta y el cine que suelo ver. Ahora que doy Historia del Cine he ampliado mi repertorio. Lo último que he averiguado es que hay un cineasta lituano Sharunas Bartas, He visto un documental de un francés sobre la vida del este cineasta y cómo produce sus películas. Me ha encantado enormemente. Disfruto viendo cosas nuevas y viejas.

-¿Cuáles son los directores de cine que le gustan más?

-El cine que más me ha gustado y que más me ha marcado, por los problemas que aborda y con la libertad que los aborda es el español Buñuel. De los italianos me quedo con Gerini. Franceses hay varios. De los alemanes probablemente sea Schlondorff. A mí uno de los cineastas que me entusiasma es Tarkovski, el cine ruso. He seguido mucho el cine japonés, chino, coreano. Filipino menos, es más difícil porque produce mucho. Después, obsesivamente cine latinoamericano y cine venezolano.

- ¿Tiene alguna película favorita?

-Esto ya es más difícil. Pero película favorita la que he hecho yo.

-Me está mintiendo

-¡En serio! 100 años de la Compañía de Jesús en Venezuela. La hice con una colega, buena 
investigadora, María Jesús D'Alessandro, y por primera vez aunque ya había participado en cortos, pues me lancé a hacer la dirección con esta colega. Como película no vale mucho, pero para mí es un orgullo porque he podido saldar la cuenta con la Compañía haciendo un homenaje. En ese sentido me siento feliz. No es lo mejor en el sentido de calidad, estética o cinematografía pero en lo que uno puso alma, vida y corazón.

- ¿Y libro favorito?

-La biblia uno la ha tenido por todos los poros.

-Dijo que cantaba, ¿le gusta la música?
Sí, mucho.

-¿Qué es lo que más le gusta?

- El primer canto que me llamó la atención fue Paul Anka y sus canciones amorosas. Como polifónicos me gustaban mucho The Platters, Elvis Presley. Toda esa música pop a mí me encantó.  The Beatles, The Rolling Stones. Y también música de protesta. Como anécdota, en los años 68 cuando yo hablaba con el grupo de música solía responder que me gustaban "las tres B" y solía decir: Bach, Bethooven y los Beatles.

-¿Y qué es lo que más le gusta de Venezuela?

-Lo resumiría de esta manera, en un momento dado en el que tuve que ir a España a atender a mis familiares, ya aquí en Venezuela se había instalado el chavismo y Arturo Sosa me pregunta que qué voy a hacer, si vuelvo a Venezuela o me quedo en España, tanteándome. Y le dije yo dependo en este momento de las circunstancias de la salud de mi mamá y la universidad me presionaba para que volviera y le dije, vamos a ver qué ocurre pero yo voy a regresar a Venezuela porque mis amores están allá. Eso fue una conversación en noviembre, en enero de 2002 murió mi mamá y agarré mi maleta y me regresé a Venezuela.

-¿Pero volvería a España?

-Volví el año pasado. Me reencontré con mis hermanos. Pero allá me va muy mal con el clima. Allá los inviernos… ¡uy dios mío!

Abreu: Maestro, visionario y humano



La oficina sigue intacta. En la pared enmarca afiches de conciertos, muchos de ellos con fecha de hace más de diez años. También, el típico tabloide referente a “Tocar y Luchar”, el documental que en 2003 el destacado cineasta Alberto Arvelo produjo sobre El Sistema, la gran obra del Maestro: José Antonio Abreu.

POR: CAROL ÁLVAREZ


En su despacho, continúan los reconocimientos, diplomas, galardones y placas que recibió por su incomparable trayectoria. Aunque lleva dos años sin visitar el lugar, regresa con sentimientos encontrados, menguado pero con media sonrisa. Se le ve enfermo. Muy enfermo.

Los últimos meses ha estado escondido de la palestra pública. Ya no va a los conciertos ni se pasea por los ensayos de las grandes orquestas como solía hacerlo. Los rumores de que se encuentra imposibilitado se hacen cada vez más fuertes en las filas de El Sistema. Y aunque todos intuyen que le queda poco tiempo en el plano terrenal, muchos prefieren hacerse de la vista gorda y afirmar: el Maestro está muy bien de salud. Aun sintiendo el cosquilleo de que algo estaba pasando.

Ya no habla de la misma forma; su tempo pasó de Moderato Espressivo a un Largo, manteniendo su mezzopiano. Cada vez las palabras se hacen más difíciles de sacar de su boca. Está cansado. Poco más de 40 años al frente de una organización de tal magnitud no debe ser fácil. Pese a todo y sin duda alguna, sigue intacto el espíritu paternal; ese Abreu que aconseja, que guía, que te toma del hombro y te dice ¡sí se puede!

Los mismos lentes de siempre. Sin cambiar su estilo, Abreu se reencuentra con su oficina por tantos años y con la prensa para conversar sobre el pasado, el presente y el futuro de su gran proyecto.

- ¡Todo sigue igualito! No han movido ni siquiera las partituras. Aunque si mal no recuerdo aquí dejé la 2da Sinfonía de Mahler.

- ¿Le respetan mucho, cierto?

- ¡Sí! ¡Muchísimo!. Siempre que estuve aquí me venían a visitar y yo con mucho gusto prestaba mis 
partituras y enseñaba con ellas con la condición de que las devuelvan, claro. Pero me parece increíble que desde que no estoy no hayan movido casi nada del despacho - comentó asombrado desde la torre oeste de Parque Central, a pocos metros del Museo de los Niños. Se respira paz y tranquilidad que los violines, violas, cellos y contrabajos matizan con sus melodías barrocas desde el salón de ensayos.

-
¿Y cuánto tiempo tiene que no viene por acá?

- Mucho menos de lo que la gente cree. Me encantaría estar todos los días todo el día. Pero uno llega a cierta edad en la que no se puede hacer mucho y lo mejor a veces es estar en casa. Desde allá estoy pendiente de todo lo que pasa con El Sistema. Además, tengo a la mejor delegada y mano derecha, mi hermana. Sin ella no estuviera tan tranquilo. Y un equipo directivo de primera.

- Hablando de El Sistema, cómo surgió la idea de crear un programa de educación y formación musical que se convirtió en uno de los pioneros y ejemplo a nivel internacional

- Fíjate que siempre estuve vinculado con la música. Pasé mi infancia y adolescencia estudiando piano, órgano y clavecín con inigualables maestros; Moisés Moleiro, Evencio Castellanos, Vicente Emilio Sojo y muchos más. En ese contexto donde me reúno con grandes íconos de la música y mientras iba creciendo, me permití dar clases, que es una de las cosas que más me llenan de satisfacción en la vida. Enseñar es mi pasión y por qué no ayudar al desarrollo humanístico y social de mi país.

- Disculpe el atrevimiento, pero los rumores dicen que El Sistema era un proyecto que usted tenía con un socio amigo suyo, y que, por discrepancias usted se llevó todo el crédito. Dicen que no fue idea suya, pues. ¿Es ese rumor cierto?

- El Sistema no nació de la noche a la mañana. Fue producto de mucho tiempo invertido en análisis de viabilidad y visión. El proyecto no nació con un millón de músicos como lo es ahora. Se trataba de un núcleo donde finalizando el año 74 fundé junto al virtuosísimo violinista Frank Di Polo, Ulyses Ascanio, Sofía Mühlbauer, Edgar Aponte y otros colegas. Así inició el proyecto, de la mano de otros músicos quienes me ayudaron a implementar el método innovador de enseñanza musical como principal vía para el mejoramiento social del país. Digamos que la idea fue mía, pero sin la ayuda de estos colegas no hubiese sido posible.

- El Sistema es una organización que depende del Estado venezolano. En los últimos tres años y pese a fuerte crisis que enfrenta el país, los músicos se sienten desmotivados debido a la poca o nula inversión que el gobierno realiza en pro de la cultura. Esto se ve reflejado en la escasez de giras nacionales e internacionales de las orquestas, por ejemplo. ¿Está El Sistema en crisis también?

- Sí claro. Creo que no escapamos de la realidad. Este proyecto siempre formó parte del Estado. Y como una vez, hace al menos treinta años, se lo comenté en entrevista a Sofía Ímber, es muy difícil que el Estado liquide instituciones que le hacen un inmenso bien al proceso cultural de la región y del mundo. Creo que hace falta mayor atención y darle prioridad a lo que merece prioridad. Sin embargo, El Sistema no se detiene.

- Pero fue el Estado venezolano quien disparó al violista Armando Cañizáles en las protestas de mayo de 2017. ¿Fue esta pérdida un piano súbito para El Sistema?, es decir, ¿Fue la muerte de Armando el talón de Aquiles en el abandono de muchos músicos en las filas de las orquestas?

- Sí, sin dudas un trago amargo. Una persona estuvo en el momento menos indicado. Como siempre lo he dejado saber, fui político pero actualmente no militante. Es muy difícil tocar estos temas; sin embargo, El Sistema ha pasado por decenas de gobernantes y a todos se les pide lo mismo, dejar hacer música. Es lamentable que muchos niños se estén saliendo de las filas. Pero estoy seguro que eso es producto de otros factores externos a la música.

- ¿Cómo ve a El Sistema dentro de 10 años?

- El Sistema en 10 años con la cifra duplicada, con el favor de Dios. 

- ¿Y Cómo quiere que lo recuerden a usted?

- Como una persona trabajadora, como siempre lo fui. Pero sobre todo, apasionado por el arte.


Entrevista imaginaria. diciembre 2018. 

Estado actual de desnutrición en los niños formará adultos “poco productivos”


Más de 2.300.000 niños en Venezuela comen dos veces al día

Un estudio realizado por la Asamblea Nacional refleja que más de 2.300.000 niños venezolanos comen solo dos veces al día. Nutricionistas señalan que la alimentación está basada en carbohidratos y vegetales.


Por: Carol Álvarez y Juan Pablo Arráez

Más de 2.3 millones de niños en el país corren el riesgo de abandonar los salones de clases por falta de alimentación. Debido a la hiperinflación que desde el último trimestre de 2017 ha azotado a Venezuela, los padres han tenido que sacrificar algunas cosas por el bien de sus hijos. Sin embargo, en ocasiones se torna complicado costear la alimentación de una familia, pues con BsS 1.800 de sueldo mínimo no alcanzan para abastecer la alacena familiar.

"Estamos en un contexto en el cual todos los hogares enfrentan un cuadro de inseguridad alimentaria", afirma Andrea Jaime, nutricionista de Fundana. Tal régimen de inseguridad alimenticia afecta de forma especial a los niños que son más vulnerables al detrimento en la alimentación. "Si disminuye la cantidad de nutrientes (grasas, proteínas, carbohidratos) en esa edad vulnerable, aumenta la probabilidad de mortalidad en los niños", advierte Jaime.

De acuerdo con Katherine Jardim, nutricionista de la fundación Bengoa, lo alarmante no solo son los tiempos de comida de los niños, sino la cantidad de nutrientes que en esas dos comidas, pues, esto afecta en el crecimiento y desarrollo de los niños.

Este panorama “va a afectar el desarrollo tanto físico -como la talla esperada en un periodo de tiempo, el peso reflejado a corto plazo- como la el desarrollo cognoscitivo, el cual tiene que ver con la elaboración de sus actividades diarias”, señala la vocera de Bengoa y agrega que el infante que se alimente 2 o menos veces al día “va a ser un niño con un estado de ánimo mucho más deteriorado. Será un niño menos inquieto, más tranquilo”.

Además, "si no hay cantidad suficiente de nutrientes –señala Jaime– el cerebro del niño no va a funcionar correctamente". Esto implica que los niños estarán afectados por una curva de aprendizaje inadecuada que impide a los niños adquirir competencias para formarse y educarse. Para Jardím, la falta de proteína “es lo que más está afectando actualmente”. En ese sentido, se observa que la alimentación en general está basada en carbohidratos y en muchos casos en vegetales, “que en ese sentido ha sido lo que hemos visto más favorecido porque se incluyen más vegetales en la alimentación. Sin embargo, la ausencia de proteínas -que es lo que ayuda a los niños a desarrollar más la estatura, fortalecer los músculos es lo que hemos visto con más preocupación que es lo que más déficit tiene”, afirma. 

También, la especialista en nutrición asevera que la ausencia de micronutrientes como el hierro y el calcio dan como resultado niños anémicos, “vemos entonces que los niños son muy tranquilitos, calladitos en el colegio tienen déficit de atención, no pueden cumplir con sus actividades diarias, no quieren jugar, no quieren compartir y vemos que son muchos niños que posterior le realizamos análisis bioquímicos y podemos encontrar que hay una hemoglobina baja lo que nos indica una anemia”, todo esto se podría evitar manteniendo una alimentación.

Panorama hacia el futuro


Según el informe de seguridad alimentaria y nutricional en América Latina y el Caribe llevado a cabo por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO), Venezuela es el país de la región donde más aumentó el hambre desde 2014. El número de personas desnutridas subió en 600 mil entre 2014 y 2017. La cifra sobrepasa los 3.7 millones de habitantes subalimentados.

Mirando hacia el futuro de esos 2.3 millones de niños que en la actualidad solo comen 2 veces al día, la doctora María Castro, miembro de la junta directiva de la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría recalca que en la actualidad hay muchos niños con desnutrición, los cuales “pueden encontrarse en este periodo con desnutrición pero los podemos llevar a un estado -sobre todo a los más pequeños- en que sea normalidad y los podemos recuperar, es decir que en un futuro, a pesar de que tengan carencias ahora se pueden recuperar” y así llegar a la adultez de manera sana.

“La esperanza de vida es que sí van a sobrevivir, pero son las consecuencias que vamos a encontrar en el futuro, que van a ser menos productivos y va a haber un déficit sobre todo cognoscitivo en la adultez”, asevera Castro.

Si continúa esta situación de desnutrición en la niñez, "tendremos poblaciones de adultos poco productivas, sin oportunidades laborales que incentiva el ciclo de pobreza", asegura la representante de Fundana.

"Si los niños están presentando carencias y no se logran mejorar, –advierte Jardim– se van a presentar estas carencias en la adultez. Pero si las llevamos al estado de normalidad, es decir, que puedan complementar todos sus nutrientes, que puedan obtener en la alimentación todos los nutrientes o por lo menos obtener los básicos, carbohidratos, proteínas y grasas y sobre todo los minerales; calcio, hierro, zinc, para tener un desarrollo sobre todo cognoscitivo adecuado podemos decir que en la adultez van a ser adultos más sanos, o van a lograr la meta que se esperaban no solo en talla y en peso sino en la parte cognoscitiva”.

15 de noviembre de 2018.