La oficina sigue intacta.
En la pared enmarca afiches de conciertos, muchos de ellos con fecha de hace
más de diez años. También, el típico tabloide referente a “Tocar y Luchar”, el
documental que en 2003 el destacado cineasta Alberto Arvelo produjo sobre El
Sistema, la gran obra del Maestro: José Antonio Abreu.
POR: CAROL ÁLVAREZ
En su despacho, continúan
los reconocimientos, diplomas, galardones y placas que recibió por su
incomparable trayectoria. Aunque lleva dos años sin visitar el lugar, regresa
con sentimientos encontrados, menguado pero con media sonrisa. Se le ve enfermo.
Muy enfermo.
Los últimos meses ha
estado escondido de la palestra pública. Ya no va a los conciertos ni se pasea
por los ensayos de las grandes orquestas como solía hacerlo. Los rumores de que
se encuentra imposibilitado se hacen cada vez más fuertes en las filas de El
Sistema. Y aunque todos intuyen que le queda poco tiempo en el plano terrenal,
muchos prefieren hacerse de la vista gorda y afirmar: el Maestro está muy bien
de salud. Aun sintiendo el cosquilleo de que algo estaba pasando.
Ya no habla de la misma
forma; su tempo pasó de Moderato
Espressivo a un Largo, manteniendo
su mezzopiano. Cada vez las palabras
se hacen más difíciles de sacar de su boca. Está cansado. Poco más de 40 años
al frente de una organización de tal magnitud no debe ser fácil. Pese a todo y
sin duda alguna, sigue intacto el espíritu paternal; ese Abreu que aconseja,
que guía, que te toma del hombro y te dice ¡sí se puede!
Los mismos lentes de
siempre. Sin cambiar su estilo, Abreu se reencuentra con su oficina por tantos
años y con la prensa para conversar sobre
el pasado, el presente y el futuro de su gran proyecto.
-
¡Todo sigue igualito! No han movido ni siquiera las partituras. Aunque si mal
no recuerdo aquí dejé la 2da Sinfonía de Mahler.
-
¿Le respetan mucho, cierto?
-
¡Sí! ¡Muchísimo!. Siempre que estuve aquí me venían a visitar y yo con mucho
gusto prestaba mis
partituras y enseñaba con ellas con la condición de que las
devuelvan, claro. Pero me parece increíble que desde que no estoy no hayan
movido casi nada del despacho -
comentó asombrado desde la torre oeste de Parque Central, a pocos metros del
Museo de los Niños. Se respira paz y tranquilidad que los violines, violas,
cellos y contrabajos matizan con sus melodías barrocas desde el salón de
ensayos.
- ¿Y cuánto tiempo tiene que no viene por acá?
-
Mucho menos de lo que la gente cree. Me encantaría estar todos los días todo el
día. Pero uno llega a cierta edad en la que no se puede hacer mucho y lo mejor
a veces es estar en casa. Desde allá estoy pendiente de todo lo que pasa con El
Sistema. Además, tengo a la mejor delegada y mano derecha, mi hermana. Sin ella
no estuviera tan tranquilo. Y un equipo directivo de primera.
-
Hablando de El Sistema, cómo surgió la
idea de crear un programa de educación y formación musical que se convirtió en
uno de los pioneros y ejemplo a nivel internacional
-
Fíjate que siempre estuve vinculado con la música. Pasé mi infancia y
adolescencia estudiando piano, órgano y clavecín con inigualables maestros;
Moisés Moleiro, Evencio Castellanos, Vicente Emilio Sojo y muchos más. En ese
contexto donde me reúno con grandes íconos de la música y mientras iba
creciendo, me permití dar clases, que es una de las cosas que más me llenan de
satisfacción en la vida. Enseñar es mi pasión y por qué no ayudar al desarrollo
humanístico y social de mi país.
- Disculpe el
atrevimiento, pero los rumores dicen que El Sistema era un proyecto que usted
tenía con un socio amigo suyo, y que, por discrepancias usted se llevó todo el crédito.
Dicen que no fue idea suya, pues. ¿Es ese rumor cierto?
-
El Sistema no nació de la noche a la mañana. Fue producto de mucho tiempo
invertido en análisis de viabilidad y visión. El proyecto no nació con un
millón de músicos como lo es ahora. Se trataba de un núcleo donde finalizando
el año 74 fundé junto al virtuosísimo violinista Frank Di Polo, Ulyses Ascanio,
Sofía Mühlbauer, Edgar Aponte y otros colegas. Así inició el proyecto, de la
mano de otros músicos quienes me ayudaron a implementar el método innovador de
enseñanza musical como principal vía para el mejoramiento social del país. Digamos
que la idea fue mía, pero sin la ayuda de estos colegas no hubiese sido
posible.
- El Sistema es una
organización que depende del Estado venezolano. En los últimos tres años y pese
a fuerte crisis que enfrenta el país, los músicos se sienten desmotivados
debido a la poca o nula inversión que el gobierno realiza en pro de la cultura.
Esto se ve reflejado en la escasez de giras nacionales e internacionales de las
orquestas, por ejemplo. ¿Está El Sistema en crisis también?
-
Sí claro. Creo que no escapamos de la realidad. Este proyecto siempre formó
parte del Estado. Y como una vez, hace al menos treinta años, se lo comenté en
entrevista a Sofía Ímber, es muy difícil que el Estado liquide instituciones
que le hacen un inmenso bien al proceso cultural de la región y del mundo. Creo
que hace falta mayor atención y darle prioridad a lo que merece prioridad. Sin
embargo, El Sistema no se detiene.
- Pero fue el
Estado venezolano quien disparó al violista Armando Cañizáles en las protestas
de mayo de 2017. ¿Fue esta pérdida un piano súbito para El Sistema?, es decir, ¿Fue
la muerte de Armando el talón de Aquiles en el abandono de muchos músicos en
las filas de las orquestas?
-
Sí, sin dudas un trago amargo. Una persona estuvo en el momento menos indicado.
Como siempre lo he dejado saber, fui político pero actualmente no militante. Es
muy difícil tocar estos temas; sin embargo, El Sistema ha pasado por decenas de
gobernantes y a todos se les pide lo mismo, dejar hacer música. Es lamentable
que muchos niños se estén saliendo de las filas. Pero estoy seguro que eso es
producto de otros factores externos a la música.
-
¿Cómo ve a El Sistema dentro de 10 años?
-
El Sistema en 10 años con la cifra duplicada, con el favor de Dios.
-
¿Y Cómo quiere que lo recuerden a usted?
-
Como una persona trabajadora, como siempre lo fui. Pero sobre todo, apasionado
por el arte.
Entrevista imaginaria. diciembre 2018.
Entrevista imaginaria. diciembre 2018.
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