jueves, 17 de enero de 2019

Jesús María Aguirre, el jesuita todo terreno


Periodista, deportista, actor, músico, cantante, manager, investigador, catedrático, jesuita… En su vida ha tenido que hacer de lo divino y de lo humano, pero siempre con un pie en la comunicación.
 POR: CAROL ÁLVAREZ

E
l padre Aguirre pasa la mañana del 11 de diciembre en su lugar de trabajo, el Centro Gumilla, en el centro de Caracas. Justo el día de su cumpleaños número 75 llega a la planta baja del edificio Centro de Valores, cercano al Panteón Nacional, y nos recibe en el salón de reuniones. Una sala humilde con diplomas y reconocimientos colgados en la pared, una pizarra acrílica, una biblioteca de al menos 200 libros y por supuesto figuras religiosas.

Está feliz, pues acababa de hablar por teléfono con sus dos hermanos mayores, su hermana llama desde Italia y su hermano desde España. Recuerda sus primeros años de vida, en Azpeitia, País Vasco.

Es hijo de la postguerra civil española. Nació en tiempos de represión, con dictadura militarizada y con serios problemas culturales y en un hogar religioso, de tradiciones franciscanas. Nunca habló castellano con sus padres; como bilingüe, en casa se hablaba en vasco y en el colegio castellano. “Nací con múltiples represiones; era zurdo y en la escuela me obligaban a que aprendiera con la derecha. Y después en un ambiente de régimen militar. A pesar de todo eso, me desarrollé con cierta normalidad”.

-¿Cómo ingresó a la Compañía de Jesús?

-Hubo varios factores que me inclinaron a la Compañía. Primero, como un muchacho cualquiera; 
primaria, secundaria… Pero hubo un entorno en el que había mucha captación de gente joven.

-¿Qué lo llevó a tomar la decisión de formar parte la Compañía de Jesús?

-Yo no simpatizaba con los jesuitas, me caían mal. Les sentía muy elitescos. Pero en la etapa de ingreso al instituto, tenía que continuar los estudios de bachillerato y tuve las influencias de mi hermana mayor para estudiar en un colegio distante. A 200km de casa. Significaba desvincularse de la familia, era de tipo internado y lo llevaban los jesuitas. Preguntaban quién quería continuar con la carrera jesuita; la mayoría desistía, pero era un ambiente propicio.

La gente le decía que era bueno en fútbol. “Yo disfrutaba, pero como proyecto de vida, a mí no me llenaba eso. Era muy de feeling de comunicación, estaba en música, estaba en teatro, era coordinador de cine, por esas razones decían; ‘este ni de vaina va a entrar a jesuita, porque tiene muchos intereses que no conjugan con eso de ser cura’", comenta entre risas.

Quien fue bautizado en la misma pila de San Ignacio de Loyola y Vicente Emparan, vivió una adolescencia tranquila haciendo lo que le gustaba. En el colegio, formó parte del equipo de fútbol, del de las olimpiadas académicas, hacía teatro, aprendió a tocar guitarra, cantaba en el coro. “Era la felicidad”. Sin embargo, la vocación de servicio reforzada por los ignacianos lo alejó más de 7.000km de su nido y lo llevó a Caracas.

-Cuando entramos a la compañía de Jesús nos aprietan.

-¿Cómo así?

-Apretar significa que llegas y dejas todo. Yo tenía mi guitarra, mis apuntes, reloj... y fuera todo. Si venías bien peinadito te cortaban a cero el pelo como si fueras un soldado. No tenías ningún bien. Todo esto es para acostumbrarte al despejo de los bienes. Después, viene un mes de silencio con un guía que orienta, eso que algunos conciben como lavado de cerebros, pero no. Más bien es un proceso de querer entrar en la aventura con criterio. Hacemos oficios humildes; limpiar baños, vajilla, pisos, cocinar.

-¿Y cómo un muchacho en aquel entonces se aventuró a irse a más de 7.000km de su familia y llegar a un país con una cultura completamente diferente?

-
Uno entra a la Compañía Universal de Jesús, eso implica que tienes que estar disponible para cualquier parte del mundo. Llegó un momento en el que después de hacer esos ejercicios espirituales, me dijeron que hacía falta gente para la India, África y Venezuela. En aquel momento, La India cerró las puertas a los extranjeros. Yo de Venezuela no tenía mayor idea. Solo sabía de Fe y Alegría. Yo no me vine pensando en Fe y Alegría, me veía también en otros trabajos. Así llegamos a Venezuela, un grupito pequeño y nos instalamos en Los Teques. Yo todavía no había terminado el periodo de prueba de la Compañía.

-
¿Nunca dudó si eso de ser jesuita era lo suyo?

-Durante el periodo de prueba hubo un momento fuerte en el que te preguntan si sigues o si no sigues. En ese tiempo me tocó trabajar en hospitales de Carora. Fue una experiencia dura. Tuve mis pataleos y dudas, me dije: oye, yo como que no sirvo para esto

Sin embargo, continuó en el camino ignaciano hasta estos años. A la par, cursa el primer año de Letras en la Universidad Católica Andrés Bello; obtiene la licenciatura en Filosofía en la Universidad Católica San Gregorio, en Quito. De regreso a Venezuela, ingresa nuevamente en la Andrés Bello a cursar Periodismo. También, realiza estudios teológicos en la Facultad de Teología de la Universidad de Deusto, en Bilbao.

-¿Encontró en la docencia su verdadera vocación?

-La docencia entró con las prácticas. No es que he definido ser docente, sino que en la vida hice pequeños ejercicios de docencia. Había una vocación insipiente. Una vez que entras a la Compañía, la experiencia docente te la obligaban a hacer.

- ¿Y aparte de la docencia, qué ha hecho?

-Era un todo terreno. Guiaba un grupo de música, hacía de manager de un grupo 'los psicotrónicos' de rock and roll psicodélico y era un docente. Pero como me gustaba comunicación y tenía la carrera de filosofía. Aunque me decían: no pierdas el tiempo en eso, tú estás preparado, tú puedes optar por otras cosas. Y yo respondía, es que a mí me parece que eso tiene futuro, que es importante y en los genes a mí me salía estudiar comunicación. Fui un estudiante pirata en periodismo.

- ¿Por qué dice eso?

-Porque tenía tiempo completo trabajando, estudiaba de noche y además era profesor guía. No le dedicaba mucho tiempo a los estudios, la ventaja era que venía de otras carreras. Saqué buenas notas pero no era el mejor.

- Sin embargo, es su pasión

- Sí. He tenido que hacer de lo divino y de lo humano, pero siempre con un pie en la comunicación. Al final uno en la vida termina marcado por lo que le apasiona. Definiendo en breve mis actividades profesionales, como decía mi mamá: “tú eres perejil de todas las salsas”. Eso que aquí llaman “todo terreno”.

-¿Se podría decir que es cinéfilo?

-Eso ya es vicio

-¿Cuál fue la última película que vio?

-Hay dos tipos de cine; el que me gusta y el cine que suelo ver. Ahora que doy Historia del Cine he ampliado mi repertorio. Lo último que he averiguado es que hay un cineasta lituano Sharunas Bartas, He visto un documental de un francés sobre la vida del este cineasta y cómo produce sus películas. Me ha encantado enormemente. Disfruto viendo cosas nuevas y viejas.

-¿Cuáles son los directores de cine que le gustan más?

-El cine que más me ha gustado y que más me ha marcado, por los problemas que aborda y con la libertad que los aborda es el español Buñuel. De los italianos me quedo con Gerini. Franceses hay varios. De los alemanes probablemente sea Schlondorff. A mí uno de los cineastas que me entusiasma es Tarkovski, el cine ruso. He seguido mucho el cine japonés, chino, coreano. Filipino menos, es más difícil porque produce mucho. Después, obsesivamente cine latinoamericano y cine venezolano.

- ¿Tiene alguna película favorita?

-Esto ya es más difícil. Pero película favorita la que he hecho yo.

-Me está mintiendo

-¡En serio! 100 años de la Compañía de Jesús en Venezuela. La hice con una colega, buena 
investigadora, María Jesús D'Alessandro, y por primera vez aunque ya había participado en cortos, pues me lancé a hacer la dirección con esta colega. Como película no vale mucho, pero para mí es un orgullo porque he podido saldar la cuenta con la Compañía haciendo un homenaje. En ese sentido me siento feliz. No es lo mejor en el sentido de calidad, estética o cinematografía pero en lo que uno puso alma, vida y corazón.

- ¿Y libro favorito?

-La biblia uno la ha tenido por todos los poros.

-Dijo que cantaba, ¿le gusta la música?
Sí, mucho.

-¿Qué es lo que más le gusta?

- El primer canto que me llamó la atención fue Paul Anka y sus canciones amorosas. Como polifónicos me gustaban mucho The Platters, Elvis Presley. Toda esa música pop a mí me encantó.  The Beatles, The Rolling Stones. Y también música de protesta. Como anécdota, en los años 68 cuando yo hablaba con el grupo de música solía responder que me gustaban "las tres B" y solía decir: Bach, Bethooven y los Beatles.

-¿Y qué es lo que más le gusta de Venezuela?

-Lo resumiría de esta manera, en un momento dado en el que tuve que ir a España a atender a mis familiares, ya aquí en Venezuela se había instalado el chavismo y Arturo Sosa me pregunta que qué voy a hacer, si vuelvo a Venezuela o me quedo en España, tanteándome. Y le dije yo dependo en este momento de las circunstancias de la salud de mi mamá y la universidad me presionaba para que volviera y le dije, vamos a ver qué ocurre pero yo voy a regresar a Venezuela porque mis amores están allá. Eso fue una conversación en noviembre, en enero de 2002 murió mi mamá y agarré mi maleta y me regresé a Venezuela.

-¿Pero volvería a España?

-Volví el año pasado. Me reencontré con mis hermanos. Pero allá me va muy mal con el clima. Allá los inviernos… ¡uy dios mío!

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